que nadie te corra
apretadito en mi abrazo
de piel de conejo
que estés a salvo
mi sonajero tricolor
cara blanquecina
rubia sobre el piso
así rogando por tu sueño
te oigo respirar
en medio de mis insomnios sedientos
abarcando la sombra mía
poniendo a prueba
tu azul diafragma aerostático
dormido azucarado
allá lejos donde los caldenes
agitaron los úteros
para hacernos nido de tus alitas
te oigo desde siempre
desde que mi oido se hizo carne
para mecer tu aura con canciones
pequeño niño de pera surcada.
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