quiero un pastito adonde poner los pies quiero mis brazos estirados formando nubes quiero más cielo y más cuadros bonitos para mirar quiero más caras sin máscaras donde la esperanza sea cierta quiero un lugar vacío para viajar mecerme con las olas quiero navegar en el mar quiero un mimo que dure para siempre quiero no tener que suspirar quiero un cachito de paz del color que sea una hoja vacía para dibujar y después que sea una grulla quiero un único sonido de silencio no quiero más olor a ciudad quiero una frutilla con sabor a frutilla quiero afiches que digan una verdad quiero a mi abuela tejiendo cerca de mi ventana no quiero olor a humedad quiero una pared que me sostenga no quiero correr más nunca más quiero que la gente sea un cachito más gente menos palabras más humildad quiero mirar más a los ojos menos máquinas chocolates en frascos un piano en mi casa quiero ser un puente no una sombra de nadie ni una opción para descartar quiero palomas mensajeras con picos colorados golpeando mis vitrinas quiero que la comida esté en la mesa cuando llego a mi casa quiero una estufa prendida todo el día quiero más gracias un poco solo un poco más de generosidad quiero el olor a la tierra mojada quiero quiero los dedos negros de barro quiero que los animales sean animales quiero que los niños sean niños quiero menos explicaciones quiero un poco menos de ego quiero un regalo cada día quiero que no me moleste la ropa ni las mochilas ni pensar que tengo que recordar cosa importantes quiero menos fechas menos plazos menos preocupaciones menos obligaciones quiero yo más jugar y también y sobretodo quiero no pensar más.
No pensar puede ser un camino, aunque no se si lleva a lo que querés
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