I
Vulnerable
Hoy este pedazo de ladrillo atado con hilo sisal en la garganta interumpiendo el paso de cualquier cosa que no sea líquido acuoso.
Hoy te extrañé.
Hoy sucedió. Generalmente el mundo se empeña en seguir garabateando muñequitos cuando. El tiempo detuvo mi suerte en esa lágrima que no cayó. Si la lágrima rodaba, se destrolaba todo entero ese mundo playmóvil.
Hoy el mal de amores no tiene remedio.
II
Estrambótica
Las computadoras, los teléfonos, las personas que respiran a medio metro y que no estuvieron anoche cuando sucedió, la información que les oculto bajo estúpidas formalidades, el paragüas que me queda grande, los boletos, las monedas, la ventana del tren, las gotas que caen sin que los ojos de los hombres noten el movimiento cuando se deslizan, si pudieran verlas, agarraditas al vidrio. Los pasos sincronizados. La invencible velocidad de las agujas, las pequeñas maniobras que hago para respirar adentro y hondo mientras paso al lado de los kiosqueros, desoigo vendedores ambulantes, las manos mugrientas y pedazos de pan duro, los cielorazos fastuosos de Constitución, las pantallas por doquier con lucecitas que nadie observa, los puestos de panchos, los andenes, las vías, las puertas sin manijas, los asientos siempre ocupados. Una búsqueda solitaria de sentirme menos sola entre tanta gente de pie que sabe lo que quiere y adonde va.
III
Oscura
Las ganas de morir ahora. Ya. De salirme del mundo con nada puesto. La urgencia de huir corriendo bajo la lluvia, de transpirar hasta caer exhausta debajo de un puesto de revistas, derrotada como un perro callejero. Buenos Aires, la ciudad que hace agua en todos los corazones. Ciudad charco. Ciudad contenedor que no deja de escupir mierda en sus miles cloacas. Ciudad multiestímulo que revienta mis sentidos. Ciudad que destiñe los sueños. Ciudad trampa para la libertad. Buenos Aires soy yo con mis imposibilidades de ser etérea. Un inventario apretado en la mochila. tupperdecomidafloresagendamp3delineadorcepillodedientescarameloscigarrillos. El precio por las esquirlas. Los cordones que me atan a los lugares aborrecibles.
IV
Neurótica
Un día me voy a ir y no le voy a decir nada a nadie. Me dijiste por teléfono. Si vos te vas yo me voy con vos. Te contesté. En esos arrebatos tuyos desconozco mis prioridades. Me pierdo en el camino hacia algo. Me distraigo. Todo lo que vivís me conduce a estrellarme de cara con mis dudas. Es caprichoso el azar. Y yo sigo en el descanso de la escalera sin dar el paso que me conduce a. En esa hamaca tejiendo con agujas que son tansas transparentes que jamás tocan mis dedos. Una sustancia se resbala como dulce de membrillo sobre el pocillo. Y es mi vida. Como en una calesita el paisaje gira alrededor de mis ojos. Rebeliones que nadie llora. Resignación. Los sueños se suicidan al filo de un andén. Y el sol entibia. Y me bebe. Jamás podría ayunar amarillo. Me despego el mundo de la ropa. Estación tras estación. Formar parte de esta cosa llamada mundo lastima tanto que. Junto hojas, las escribo. Escribir me sirve. Se lo digo a un transeute. Escribir me sirve, ¿sabés?. Me invento que soy poeta. Para justificar que estoy loca y aún así exijo una explicación.
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