viernes, 4 de febrero de 2011

y una ceniza negra que se va I




de chica iba al cementerio con mi madre y mi hermana. llevábamos las flores, las tijeras, las escobas y los trapos todo metido adentro del balde. recuerdo el silencio en esa ciudad sitiada de cadáveres ocultos
lúgubres caminos entre altos pinos. la gente murmurando. midiendo trágicos desenlaces. anónimos hombres olvidados en su inexistencia.

culpas
confesiones
miserias
fantasmas
panteones
simulaciones


mi madre rezongándole al mal tiempo. las raíces de los pinos hundiendo fuerza adentro a mi abuelo. nosotras mujeres absortas por la solemnidad. buscando abrirnos paso ante ese misterioso asunto de la muerte. allá atras esperando la infancia, los pájaros de papel barrilete y las hamacas.

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