jueves, 28 de abril de 2011

políticamente incorrecta

Sin pelos en la lengua te lo digo. No me gustan los tibios, los que se denominan "escépticos", "cautos", "desinteresados", los analfabetos políticos de Bretch, esos me deserotizan, el argentino medio, alto o bajo, que se ubica a un costado y dice "este país", como si el país fuera un par de zapatos de otro (hablo de ellos y de ellas), como si ir a la oficina todos los días y marcar tarjeta fuera una forma de congraciarse con la patria y no fuera también ser un sujeto político, como si ir al Coto o ir a la despensita del barrio fuera exactamente lo mismo, como si ir al Gaumont o ir al Hoyts fuera también lo mismo, no, argentino, tus elecciones son políticas, no digo ser extremo, no digo ser fundamentalista, digo ser consciente de tus actos, porque ahí es donde uno se juega, ¿viste? no en el facebook, como dice una compañera, ahí uno no se juega nada, yo hablo de pensar y accionar, las dos cosas juntitas, es un desafío, claramente, el mejor. Digo reflexionar, debatir, definir juntos que carajo es la patria, y digo también comprometerse, tomar posición, dejar de confundir político con extraterrestre, dejar de proclamar esa "no postura" con argumentos del tipo "son todos iguales, unos barriletes". ¿De quién hablás?. Sé un poco más específico. Así no se puede debatir con vos argentino. Eso era para los noventa. Ahora la historia te está convocando. ¿Cómo sos vos argentino medio, alto, bajo?, ¿qué te define?, ¿qué pensas cuando estás en el cuarto oscuro metiendo la boletita?, ¿qué pensás cuando pasa un pibe adelante tuyo en el subte y te deja una lapicera fosforescente?, ¿qué carajo hacés vos por los demás y para cambiar este puto mundo? (y no me digas pago los impuestos porque eso es casi hacer nada), ¿qué hacés por el marginado, el "negrito", que hacés para no ser un analfabeto iletrado, que hacés por la educación, por ejemplo?, ¿qué hacés por el que no puede elegir porque no tiene para morfar?, ¿cuánto tiempo de tu preciado tiempo le dedicás?, ¿qué tipo de miradita le regalás?, ¿en qué te modifica la realidad?, y no hablo de culpa, dejala a un lado a la culpa religiosa esa no sirve, caridad no o si, que se yo... hace algo con ella, ya que la tenés, ponela al servicio de algo, de alguien, de una causa, no estaría nada mal. ¿Qué tenés contradicciones, me decís?, ¡bienvenid@ al club!, traelas, hacen falta, las ponemos arriba de la mesa, las damos vuelta, las deshilvanamos. ¿Qué nos define sino el cambio?. ¿Que toda la vida te guste el vino tinto? no chabón, cuando tengas treinta (si es que no los tenés) y pruebes el blanco vas a ver que te va a gustar. No seas aburrido. Y si, no tengas verguenza (no encuentro la diérisis y eso me parece terrible también, ojo) no vas a traicionar a la patria si te pasas de bando (ni a la poesía si escribís con errores, odio decir faltas de ortografía). Traicionar es darle la espalda a un modelo que propone barrer la desigualdad. Ayer votaste a De la Rua y hoy sos kirchnerista, ¿Y?. (esa fui yo). No hay juicio final ni condena. No hay hoguera. Los milicos no tienen poder y ahora se puede decir, agentino y si mañana te decepcionás y sentís que le erraste también lo podés decir. Decímelo a mi, que yo te banco. Existe la movilidad, también en el pensamiento. Gracias. Existe el pensamiento crítico, también. Existen los dos hemisferios. Hay que usarlos equilibradamente, el derecho y el izquierdo. Lógica y creación. Cree de nuevo. Enterrá los noventa. Abri paso a lo distinto. Deja que entre. Por donde tenga que entrar. Porque la política puede ser y es amor. Es ver al otro y a los otros en su conjunto. Es no ser egoísta. Permitirse. Abrir la capocha. Y abrir el corazón también. Abrí el termo y salí de ahí adentro. Afuera huele bien. Hay futuro. Hay rock. Por suerte. Sé capaz. Y eso sí, nunca nunca dejes de leer. Todo lo que esté a tu alcance. No digo los diarios, o solo los diarios. Hacé tu lectura en la calle. Esa es la mejor lectura que podés hacer. Sacate los auriculares nena y abrí los sentidos. Y después poné los pies en la tierra, te lo digo yo, Eugenia, que soy poeta y de eso sé poco y nada.

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