martes, 11 de mayo de 2010

definitiva





Me salgo de mi
dejo la falda a lunares
extendida sobre el suelo
y me salgo.
Sin escándalos
como casi siempre
encaprichada
sin decírmelo.
Voy al recibimiento de aquello que me falta
sin rodeos ni falsos argumentos.
Ahora soy algo
que ya no flota adentro de ningún sostén.
Me salgo porque
apretujada con esta funda llevo veintinueve años
encontrando razones que desmerezco.
Elijo este sonido y no otro:
el sonido de un aplauso.
Voy directo a él
atravieso su contorno
es acaso un fantasma
que no se previene.
Este camino me lleva
a entrometerme imprudente
en los espacios negados
de su absurda timidez.
Lejos de las simetrías de mis huesos
del perfil imperfecto de mi abdómen
del péndulo que me dirigía
a estrolarme abnegadamente
contra el displacer.
Lejos de la sangre.
Permanezco en el miedo
pero no me asusto.
Me salgo de mi misma
porque en los intersticios de mis fronteras
no hay siquiera privilegios.
Soy una intrusa en mi exclusiva jurisdicción
una extranjera
migrando de cielo en cielo
mutando el plumaje de mis alas
para no pasar desapercibida
ante mis repetidos gestos.
Me salgo a cumplir una misión
descabellada
despistada
desvestida.
Dejo mi modesto equipaje:
cinco lunares en el brazo izquierdo
un par de dos fosas nasales
tres arrugas profundas en la frente
y una falda a lunares.
Dejo todo mi patrimonio
a disposición de los arbustos
para vivir
sublime y armoniosa
fuera de mi.

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