miércoles, 14 de septiembre de 2011

cuatro posibles comienzos de cuentos que nunca serán escritos


EN PRIMER LUGAR
Lo que más le gustaba hacer era observarlo en su actitud preparatoria. Las pupilas dilatadas. El lomo elevándose. El gato que quiere ser montaña. La cola erecta busca el cielo. Y cuando llegaba a su casa, tarde del trabajo, saber que él la esperaba. Y preguntarse ¿qué hará mientras está solo?. Adivinar sus jugarretas y sus escondites. A veces con desagradable sorpresa a través de los olores.

NO HA LUGAR
La había visto cuando barría esa parte del piso, sin embargo volvió a verla más detenidamente cuando quedó sobre la palita de plástico mezclada con otros restos de basura. Se detuvo apenas un segundo para corroborar que era esa. Sí era esa. La palabra era CONFIAR. Pensó: qué justo esta palabra, quizás no debería... y sin embargo. Desde el momento mismo en que había terminado de pegar con demasiado esfuerzo los pequeños imanes con palabras en la heladera, se había dado cuenta que no durarían mucho tiempo. A veces era mejor comprar las cosas y no darle crédito cuando le decían: es una pavada, mirá, comprás esto y lo otro, lo hacés así y asá.

NO LUGAR
Cuando se encontraba sola en algún lugar al aire libre, preferentemente un día de sol, fuera cual fuera el sitio, por lo general sentía paz. Eso diría en su próxima sesión.


LUGAR COMUN
¿Ustedes siempre vienen acá?. De pronto se encontró diciendo la frase que menos hubiera querido y sintiéndose en el exacto momento en que las palabras brotaban de su boca, absolutamente ridícula con esa maya verde recontra verde, que simulaba el Amazonas mismo encarnado en su cuerpo de ballena.

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