sábado, 24 de septiembre de 2011

hija de la noche



El sábado a la madrugada nos despertamos con la voz de la mujer

rogaba tristísima diosito traemela por favor diosito

(ay mi corazón)

anoche a las nueve y cuarto yo hablaba por teléfono con mi hermana y le contaba de mis antiparras nuevas

la mujer de cuarenta años perdió el control y arrojó su casa por la ventana de su primer piso

papeles escritos toallas trapos viejos papel higiénico botellas de plástico un paragüas una caja de cartón zapatos

y una montaña de otras cosas que no quise ver

anoche la mujer gritó y gritó como venía gritando desde hace mucho tiempo

y yo no la escuché

dos ambulancias y un patrullero aguardaban en la calle

entraron por la fuerza a lo que quedaba de su casa

los vecinos amontonados miraban para arriba y murmuraban cosas que no me detuve a escuchar

los mismos que cada mañana le dicen buen día vio que sol que hace

las luces estaban prendidas

el portero decía está sola no tiene a nadie está loca

sacaron a la mujer en una camilla

reprimí el morbo y me fui

las luces arriba siguieron prendidas toda la noche
y la casa tirada seguía sobre el pasto 

el viento débil la movía apena

el mismo que se llevó sus piernas

me dormí pensando en ella

cuarenta años sin rostro

me desperté pensando en ella

corrí al comedor en plena luz del día
miré a través de la ventana 

alguien había levantado sus cosas

el pasto estaba limpio y verde

y la mujer quien sabe 

en qué lugar habrá tenido que meter su rabia

animalito de dientes afilados

tan sola y lejos de sí misma

la noche sufre
y le pide a diosito que se la devuelva.



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